Hola mis documentalistas!
De nuevo os traemos un relato del inspirado autor Óscar Alonso, ¿qué desentrañará este nuevo escrito? Entrad y echad un vistazo.
Aurora
cenaba mientras Dey salía a hacer unas gestiones con la
administración irlandesa. No paraba de pensar en aquel armario negro
y brillante. Le obsesionaba. Siempre se preguntaba qué misterio
podía esconder. A veces, cuando había pasado a su dormitorio,
incluso había escuchado unos latidos.
No
podía más. Tenía que desvelar ese misterio.
Dejó
de cenar y aprovechó la ausencia de su anfitrión para subir a la
habitación. Caminaba sigilosa para que el suelo no crujiese y avanzó
como un reptil hacia el cuarto de Ricardo. ¡Por fin lo tenía! Ahí
estaban los dos, cara a cara. Ella y el armario.
Seguía
resplandeciendo. Los latidos la llamaban como una melodía armoniosa
y atractiva. Decía en un idioma que solo entendía ella: “¡Ábreme!”.
No
podía evitarlo. Necesitaba descubrir lo que contenía ese mueble. No
podía esperar ni un minuto más. Latía con más y más fuerza, con
un ruido tintineante, similar al de un reloj.
El
brillo del armario la atraía lentamente como el imán con un metal.
No iba a dar ni un paso atrás. Ya era demasiado tarde.
Así
que, cuando ya estaba lo suficientemente cerca, lo abrió. El sonido
tintineante cesó, todas sus pesadillas desaparecieron y su obsesión
de pronto se disipó.
No
había ningún corazón ni ningún animal muerto. Esos latidos eran
producto de su imaginación.
Aquel mueble negro y brillante escondía
algo peor.
© Óscar Alonso Tenorio
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