marzo 11, 2016

Clutch Shot. Capítulo IV

Tras el estudio de la escena del crimen, comenzó la investigación forense del cuerpo sin vida de la víctima, magistralmente llevada a cabo por Rosenthal y su equipo.
Un grupo de gente atenta y dedicada que veía casi a diario hasta dónde llegaban los límites del crimen en muchas ocasiones y acostumbrada, qué remedio, a lidiar con sucesos bastante extraños.

-Jamás pensé que diría esto, pero este caso es incluso más raro que el de aquella victima de combustión espontánea hace solo un año. La familia se empeñaba en esa hipótesis cuando se sabía perfectamente que una banda le había calcinado el coche con el dentro por temas de drogas. Dios... es que no encuentro nada raro.
-Rowns, sigue observando. Sé más meticulosa. El 90% del cuerpo humano en casos así, al igual que en los suicidios, no suele relatar nada acerca de las causas. Tampoco en la primera capa.
-¿Quieres hacer entonces una incisión dentro de su cráneo para investigar si hay liquido estupefaciente?
-Vale, ya me callo... Solo aconsejaba que quizá habría que ahondar más en su herida para investigar posibles restos de... Oh, es igual. No me complace la idea de verte echándome la bronca con las manos llenas de sangre.
-Oh, Thornton, qué detalle por tu parte imaginarme en bikini y no llena de sangre de humano. Siempre considerado, cariño.
-¡Eh, vosotros dos! ¿Vais a parar de ligar y poneros a trabajar o acaso tengo que traer un látigo?
-Perdón, Rosenthal.

Eran así. Stacy y Andrew, Andrew y Stacy. Como el perro y el gato constantemente. Ella la sensual chica, ex novia de Stauskas en el instituto, que se había ganado una reputación como intelectual más allá de su físico imponente y destructora de todas las teorías científicas, filosóficas y humanas que no pudieran demostrarse con la práctica  y él, un loco de los videojuegos y cerebrito en ciencias y criminología, y creador de cualquier teoría que pudiera sustentarse y apoyarse en datos confirmados y verídicos. La pareja de novios más inestable posible, a pesar de la tensión entre ambos, pero los mejores compañeros posibles.
Aunque muchas veces, Rosenthal tuviera que separarlos por sus peleas y debates intelectuales. Normalmente, se habría sentado a charlar con ellos y ayudarles a defender o refutar sus suposiciones acerca de los avances de la ciencia. Consideraba que, así, fomentaba sus aprendizajes para el futuro cuando consiguieran ser jefes de equipos forenses en otros cuerpos más destacados como el FBI o, incluso, el ejército.
Pero esta vez, David no tenía tiempo para charlas y buscaba rapidez y eficacia en la resolución del misterio. Más aun, cuando ya se había puesto fecha para el funeral del difunto jugador.

-Y bien, gallos de pelea, ¿qué habéis encontrado?
-Bueno, aparte de que Andrew no me encuentra nada sexy con la bata y las manos manchadas de sangre a pesar de sus constantes miradas a mi trasero, nada. Salvo una ligera cosita...
-¿Y es?
-Los humanos no solemos tener líquidos azules en el cerebro, ¿no es así? Quiero decir, las venas se ven azules pero la sangre azul solo es de los vampiros.
-Interesante detalle. ¿Y sobre ello, Andrew?

La cara de Andrew se había enrojecido ligeramente ante la picante ocurrencia de Stacy sobre sus miradas hacia ella.

-Pues, bueno yo, bueno... He estado desmenuzando en pequeñas partículas dichos fluidos y... he encontrado restos de un fármaco bastante extraño: Tartrato de metroprolol, para ataques cardíacos.
-Que provoca confusión como efecto secundario. ¿Stacy?
-Bueno, en fin. Creo que todos coincidimos en que eso no llegó solo al cerebro, que algo lo ayudó. Sobre todo teniendo en cuenta que la dosis es exactamente la justa y necesaria para provocar confusión.
-Y con ello, el mareo y la posible caída en la cocina. Ahora solo falta saber cómo ocurrió y si fue a causa de una jeringuilla.
-Bien hecho, niños -contestó David sonriendo a ambos-. ¿Una jeringuilla directa a su cerebro? No lo había pensado, informaré al comisario. Esto, Andrew... Buen trabajo a pesar de tus miradas a Stacy, no es solo ella la que se ha fijado. Está bien, tomaos la tarde libre. Descansad, habéis trabajado lo suficiente y sin haber dormido esta noche. Y por lo que más queráis, no os peguéis en el camino de vuelta a casa. Son días difíciles y no quiero más bajas.

Stacy guiñó un ojo de manera cómplice a su compañero ante las buenas palabras de su jefe de filas antes de que ambos comenzaran a recoger todas las cosas del laboratorio. Una vez recogido todo, Stacy se fijó en la cara de Andrew.

-¿Te llevo a casa, macizorro?
-No... no se si ir andando
-A ver, ¿qué te ocurre?
-Solo quedan dos días para el funeral. Y aun no hay ni un solo sospechoso. Todos los que estamos trabajando alrededor del caso amábamos a Will. Tú incluso fuiste la novia de su mejor amigo y yo me acosté con su hermana. Y ahora estamos aquí, viendo su cuerpo inerte como otros tantos millones de cadáveres y... Y parece que es uno más.
-Es duro. Oye, Andy. Lo cogerán, ¿vale? Y gracias a nuestro trabajo -Rowns agarró la cabeza de Andrew con las dos manos acariciando sus rizos para tranquilizarlo-. ¡Eh, mírame! Lo atraparemos. ¿Quieres saber por qué me lo tomo como uno más? Porque es la mejor manera de honrar a William. Él nos enseñó a luchar. Y diablos, es lo que voy a hacer por esclarecer este caso. Puede que no sea muy aficionada a las cosas bonitas, ni a la religión, ni tan cariñosa y sentimental como Amanda, ni tan emocional y capaz de mostrar mis tristezas como tú. Pero siempre lucharé como Will. Por una cosa como el baloncesto o por otra como averiguar quién diantres se cargó a nuestro amigo. Y sí, te confieso que fui yo a quien escuchaste llorar y romper los cristales de la planta superior el otro día. Llevo llorando a solas desde el primer instante que me enteré, pero ahora mismo juro por mí misma que voy a sacar todas las fuerzas del mundo para saber quién coño ha hecho esto y conseguir llevarlo a la silla eléctrica por cargarse a nuestro amigo. Y ahora, pequeño estúpido, vas a terminar de levantar la cabeza y te voy a llevar a casa. ¿De acuerdo?
-Sí.. Sí, gracias.
-En fin... Como no hay quien te aguante en el curro cuando estás triste y eres insoportable peleando todo el rato, te ofrezco quedarte en mi casa hasta el jueves. ¡Pero ni se te ocurra tocar mis cosas, mi laboratorio y, oh diablos, no mires más mi culo!
-Lo haré. Lo de mirarte el trasero, digo.
-Andy...
-Vale, no he dicho nada. Eh... Gracias.
-Calla y entra al maldito coche.

La sonrisa ladeada de Stacy en su última frase terminó de convencer a Andrew y se dirigieron hacia el coche de la forense. Solo quedaban dos días y medio para el funeral y los primeros pasos hacia la luz se vislumbraban gracias a estos dos inesperados protagonistas.

©AitorAlberto

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