Tristeza cuando te marchaste,
tristeza porque sé que no regresarás,
tristeza porque como los sueños te desvaneciste.
No hay día que de ti no me acuerde.
De tu sonrisa,
de tus palabras,
de tu alegría,
de tu soñar.
Siempre espero el momento de tu llegada.
Necesitamos tu oxígeno,
tu oxígeno de alegría,
tu oxígeno de ilusión,
tu oxígeno de esperanza.
Ya cae una lágrima por ti.
La noche se vuelve azul y melancólica.
¡Me despido!
Ojalá regreses por esa puerta,
y me sorprendas,
con tu mirada de cristal.
¡Hasta siempre, estrella de mar!
Mensaje del autor: Los perros siempre versaremos más de dos veces.
© Óscar Alonso Tenoriio
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