La espesa niebla fue levantándose
poco a poco hasta que ya no se pudo ver nada a través del cristal. Aquella casa
desvencijada pegada al río no daba más que problemas, pero era un lugar seguro
en el que poder esconderse.
Sentía como sus músculos se
hacían más y más pesados a cada movimiento que realizaba, pero notaba cierto
nerviosismo que hacía que la idea de irse a la cama se le antojaba remota, pero
era necesario.
2:00 AM
El cerrojo de la puerta de
entrada fue girando despacio, con un leve quejido la puerta se abrió… La sombra
fue recorriendo el piso de abajo, al llegar al pie de la escalera paró en seco
durante unos segundo y, luego, como armándose de valor, empezó a ascender.
Raspaba las paredes con largas uñas amarillentas y rotas; presentía como
llegaba el final, el final que tanto había estado esperando.
Allí estaba… Envuelta en sábanas
de color azul y rodeada por un áurea de pelo. Respiraba agitadamente, parecía como
si ya pudiera presagiar que algo se avecinaba. Se acercó para ponerse a su
altura, deseaba que en aquel momento despertara y lo viera, disfrutar del miedo
reflejado en sus ojos. Y por cada segundo que pasaba tan cerca, pudo notar como
ese momento se acercaba.
2:30 AM
Aunque se encontraba dormida,
notaba un hedor nauseabundo que le producía náuseas. Se revolvió entre las
sábanas y el sopor del dulce sueño se fue desvaneciendo.
Se encontró cara a cara con lo
que más miedo le daba, de lo que tanto tiempo había estado huyendo. Abrió los
ojos por el terror y, lo siguiente que sintió fue frío y un vacío interminable.
© La Chica en las Nubes
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