¡Buenas tardes pazguatos de internet! ¿Qué tal andáis? ¿Estáis bien con vuestras vacaciones, descansando tranquilos, cómodos y relajados en vuestros sillones de terciopelo? Pues a mi eso no me importa nada, pandilla de gandules.
Sí, lo habéis adivinado, soy yo otra vez, vuestro querido amigo "Hater". Se que esperabais mi retorno tan ansiosos como esa cervecita fría que nunca parece llegar en la kilómetrica cola de un chiringuito de Benidorm, pero alguien con tanto poder como yo no merece gastar su don cada dos por tres en entradas insulsas asoladas por tópicos infinitos.
Hoy, 18 de agosto y celebrando Santa Elena (a Napoleón no debe gustarle mucho esta referencia, por cierto), me he visto obligado a regresar al estar ya un poco cansado de ciertas cosas:
-La cara del terror: La maldad simbolizada en unos grises momentos. El mayor horror reflejado en la cara de un niño sirio maltratado, ensangrentado y presa del pánico que, para rematar el culmen de lo desesperanzador, ni siquiera mostraba sentimiento alguno ante lo que estaba ocurriendo. Ahí, sentado en la ambulancia, tocándose la cara sin ni siquiera llorar o gritar, un cuerpo despojado de su sensibilidad, atenazado por el miedo y acostumbrado (qué daño verme obligado a llamarlo así) a la guerra continua en su país, en su casa, junto a su familia, amigos y sus sueños.
-La mentira televisada: Una idea que, por muy repetitiva que parezca, sigue siendo desoladora. Sí, amigos, cuando pensaba que la ecuación política de siempre no podía aparecer por aquí, va y aparece delante de mis narices en forma de contradicciones, cambios de opinión, quejas y achaques mutuos y pactos enrevesados que solo tienen como víctimas a los de siempre. Unas posibles terceras (¡TERCERAS! ¿A qué estamos jugando?) elecciones, un posible pacto que no termina de agradar a nadie, unos responsables del país a los que nadie guarda ningún tipo de crédito, partidos políticos con mil y un imputados por delitos económicos graves en sus listas para el proceso electoral, mil y una faltas de respeto por parte de esos responsables y de la Unión Europea, y una soga al cuello cada vez más apretada para la gente de a pie.
-Nosotros. Somos otro caso aparte, víctimas de toda esta situación y, en un porcentaje de proporciones desmedidas, culpables de todo el mal que nos rodea. Para muestra, un botón:
Hoy mismo, he escuchado viajando en Metro la discusión más grave de los últimos días y era por... La inexistencia de un bozal en un perro. Tal cual. Nada de Siria, nada de las próximas elecciones en Estados Unidos, nada del terrorismo reciente, nada de la política española a pesar de haberse escuchado la noticia unas horas atrás. Nada...
Perdidos en un mundo irreal, con relaciones digitales que estropean y entorpecen las relaciones reales y generan ideas en nuestras cabezas que en la mayoría no dejan de ser falsas teorías que nunca ocurren, pero nosotros las vemos en películas, series, noticias... Todo esto suele desembocar, en los peores casos, en trágicas situaciones o, más generalmente, en un desgaste social que nos aleja de las personas que algún día quisimos, todo por agachar la cabeza y entregársela a... ¿Quién? ¿A qué? Lo llaman tecnología, si alguno la conocéis, presentadmela. Quizá quiera batirme en duelo para reconquistar lo que un día fue regocijo y alegría y ahora se está convirtiendo en filtros, emoticonos y cotilleos.
Ante esto, solo quiero dejaros una frase:
"Love is dead and you are next".
Vuestro es el momento, vuestra la obligación de despertar. Y hacedlo rápido, el tiempo se acaba y vuestra vida, a diferencia de la tecnología, no será infinita ni perdurará en la eternidad.
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