Rosa estuvo toda la noche en casa. Habitualmente salía con sus amigas a tomar un café y jugar un rato a la cuatrola, pero hoy su intuición le “obligó” a quedarse.
Esa intuición ya le empezó a rondar por la cabeza esta tarde, cuando fue a hacer sus recados. Todas las paredes y todos los postes estaban repletos de carteles electorales. Incluso, cerca de ellos, había urnas gigantescas que animaban a votar el próximo domingo 25 de marzo.
Su corazón se convirtió en un reloj. Los latidos cronometraban la cuenta atrás para el comienzo de la campaña.
La noche caía. Después de haber andado cientos de kilómetros, por fin estaba cerca de casa. En ese instante, una bala de hielo le atravesó el pecho y le dejó paralizada. Por su barrio, La Jardinera, vio al Fantasma de las Elecciones.
Brillaba. Sus ojos eran centellas. Andaba dando saltitos y su cabello parecía una montaña de algas.
Tragó saliva asustada. Una gota de sudor cayó al suelo y, sin darse cuenta, dejó escapar un gemido de horror.
El Fantasma se giró. Las centellas de sus ojos resplandecieron aún más, sus manos se transformaron en garras y su dentadura se volvió afilada. El aura cegadora que lo rodeaba se intensificó.
Mostró su verdadera cara: la personificación del obscurantismo de la política.
Las piernas de Rosa temblaban. No podía perder más tiempo pensando. El Fantasma la iba a devorar.
De pronto, un impulso le vino a la cabeza. Soltó las bolsas y huyó corriendo.
© Óscar Alonso Tenorio
Me hace gracia y a la vez me da ciertos escalofríos xD Vivan las alegorías.
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