PREFACIO:
La impertérrita casa de la colina era el
punto más alto de Roarwood, un pueblo con escasos habitantes que cada vez
acuciaba más la falta de sangre nueva. Los pocos habitantes tenían diferentes
teorías sobre lo que encerraba aquel hogar, si se le podía seguir llamando así.
Los gemidos lastimeros que salían procedentes de ella parecían de animales
agonizando, otros describían gritos espeluznantes que helaban la sangre... En
lo único en que llegaban a ponerse de acuerdo, era en acercarse lo menos
posible por la colina.
Pero siempre había algún que otro valiente
que se arriesgaba a aparentar delante de los amigos, como era el caso de casi
todos los niños que quedaban en el pueblo, y alguno había entrado en estado de
pánico sin explicación alguna. Padres, el médico, el sheriff y otros carroñeros
de las afueras, habían intentado sacar algo a los chicos para alimentar más su
insaciable lujuria sobre leyendas urbanas, pero aquellos chicos nunca más
volvieron a ser como eran, ni a contar nada relacionado con lo que llegaron a
encontrar en el interior.
Fue en el año 2010 cuando llegó a registrarse
el primer caso de suicidio relacionado con la casa de la colina, este hecho
sacudió a toda la comunidad y, fue cuando empezaron a poner reglas, tomar
precauciones y todo lo que se les pasara por la cabeza, con tal de que sus
hijos no acabaran igual.
Henry Colleman iba a convertirse en
deportista de élite, o esas eran sus expectativas. El día de su decimoctavo
cumpleaños se encontraba con su grupo de amigos en el cementerio, emborrachándose,
haciéndose el valiente delante de las chicas, y alardeando de la beca deportiva
que había ganado para salir de aquel pueblucho. Fue en el punto álgido de la
noche cuando los retos empezaron a ser parte de la gracia de la fiesta.
Nadie recuerda quién fue el que aportó la
idea de subir la colina y colarse en la vieja casa abandonada, pero después de
bastantes copas todos los vieron como un buen rento que debía cumplir Henry
junto con Sandra Truman. Al final, el reto no pareció tan buena idea como había
resultado unas horas antes.
Ya sabéis cuál fue el futuro de Henry
Colleman... la tumba. Y Sandra, bueno Sandra corrió un poco de mejor suerte, no
llegó a suicidarse y eso que lo intentó varias veces, pero en estos momentos se
encuentra internada en un psiquiátrico de máxima seguridad en San Francisco. Sus
padres intentaron alejarse lo suficiente como para que no les llegaran nuevas
noticias de Roarwood y darle una segunda oportunidad a su única hija, la cual
tardaría en llegar.
Como veis la historia de Roarwood es
movidita, espeluznante para algunos, y para otros muchos, emocionante en sí
misma ante los extraños acontecimientos que suceden en la casa. Son muchos los especialistas
que la han visitado a lo largo de los años, ninguno de ellos ha llegado a una
explicación clara o lógica, pero siguen intentándolo, por lo menos aquellos que
aún siguen cuerdos, con vida o con fuerzas para enfrentarse de nuevo a ella...
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