El intenso palpitar de su
corazón martilleaba sus oídos. Respiraba con dificultad. ¿Qué le
ocurría?, en todos sus años como agente nunca había sentido algo
parecido.
Seguía teniendo el arma
en alto, pero veía como sus manos temblaban haciendo que el cañón
se moviera de izquierda a derecha sin apuntar a un punto fijo. El
asesino veía su miedo y una vaga sonrisa se dibujó en la comisura
de sus labios.
Sam no pudo mover ni un
músculo, aunque veía con sus propios ojos como el asesino se
acercaba a ella a pasos lentos.
El inexplicable miedo
paseaba a sus anchas por todo su cuerpo, hacía que sus músculos no
obedecieran a las órdenes que su cabeza estaba mandando a gritos,
con desesperación.
Cinco pasos y estaría
sobre ella...
¡Al fin!. Tanto él como
ella, sabían quién acababa de proclamarse vencedor.
Miró hacía abajo y vio
como la hoja salía de su estómago. Ya no brillaba como cuando
entró, sino que ahora estaba cubierta de la vida que acababa de
arrebatar...
Sam gritó, recubierta de
sudor. Palpó todo su cuerpo y llegó a la conclusión de que sólo
había sido una mala pasada de su subconsciente. Ella había sido la
vencedora.
Lo que Sam no sabía era
que la pesadilla había resultado ser cierta. Que uno de sus
compañeros había llegado en el momento justo para salvarla y, que
él había apretado el gatillo contra el agresor. Había sido cierto
que un miedo incomprensible se había apoderado de ella y, que había
salvado la vida por puro milagro.
Sus compañeros no
quisieron agravar la situación contándole la verdad. Solo esperaban
que en próximas circunstancias no se volviera a repetir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario