Estaba acorralado.
Disponía de dos salidas. Una descansaba en su mano incitándolo a
hacerlo él mismo, otra se encontraba delante de él.
Dos días antes...
La llamada de aquella
mañana había confirmado lo peor, se había producido otro nuevo
homicidio. En la escena del crimen había un revuelo poco común
entre los agentes y los de la científica. En cuanto Sam se acercó
al cuerpo que yacía en medio del callejón y, echó el primer
vistazo, supo inmediatamente de qué iba todo aquello. Mismo modus
operandi, misma escenificación.
Tenían un asesino en
serie suelto por la ciudad.
Durante los días
siguientes ella y su equipo hicieron lo que mejor se les daba hacer,
investigar cualquier insignificante detalle y perseguir e interrogar
a los sospechosos, hasta que fueran capaces de dar con el verdadero
sudes.
Encontraron su paradero.
Lo tenían apresado como la rata que era. Se encontraban a pocos metros el uno del otro, Sam lo estaba apuntando con
el cañón de su pistola y, él tenía una navaja en su mano derecha.
¿Quién de los dos sería el más rápido?
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