enero 29, 2016

Clutch shot. Capítulo II


¡Muy buenas amig@s! Aquí estamos de nuevo con nuestro pequeño relato titulado "Clutch shot".

Os dejamos ahora con el segundo capítulo, en el cual veremos como pasan algunas cosas.... ¡NO! ¡Nada de spoilers! A leer y a disfrutar con ello, tanto o más que nosotros escribiendo. Ahí va...



Se hacía de noche en la ciudad de Chicago y, poco a poco, los corazones de todos los ciudadanos, especialmente de aquellos aficionados al baloncesto, se iban congelando a medida que escuchaban y comprendían la noticia de que su jugador franquicia, el hombre que les había llevado a ganar el anillo de campeones un año antes tras muchas temporadas de espera y sobre el cual había hablado maravillas hasta Michael Jordan, estuviera muerto en esos instantes en los que ellos esperaban emocionados para vivir otra noche más acompañando al equipo, quizá viviendo su primer partido en directo o, simplemente, en el comfort de sus casas viendo el partido con una buena cerveza y su habitual camiseta del ídolo local.
En esta situación, el comisario Sam Winstone comenzaba su análisis de las pistas que lentamente le iban llegando mientras controlaba que el homenaje a Johnson no se desmadrara por la ferviente pasión hacia su figura y la escasa información que hasta el momento existía. En ese momento, el agente Stauskas se aproximaba a la zona con su habitual chulería y rabia de quien desde joven ha conseguido todo lo que ha querido con simplemente pedirlo.

-¿Sabes? En su día pedimos un deseo. Era una noche de estrellas fugaces, licores fuertes y chicas calientes. Me acuerdo de cierta chica mayor pelirroja, Amy, que luego me trajo bastantes problemas. Aunque a ella no parecía importarle estar casada a juzgar por lo que se movía, gritaba y pedía más de lo que yo la estaba dando. Pero oye, estaba conmigo, así que no la culpo.
-Déjame pensar, Jeff. ¿La misma Amy por la que su marido, fiscal estatal, quiso poner tu cabeza junto a una motosierra?
-Sí... Esa misma, Sam... ¿Sabes? El caso es... joder, no se cómo decirlo, pero pedimos ser eternos y no morirnos nunca. Quería que mi mejor amigo fuese el jugador con más anillos de la historia de la Liga. Así que, no me importaría pasar por la motosierra al despreciable hijo de puta que haya hecho esto y me haya quitado a mi mejor amigo.
-Calma, Jeff -dijo Sam controlando su ira y tranquilizando a su pupilo-. El coche no tiene la culpa y si de verdad haces eso con la motosierra, serás tú el único culpable vivo al que juzgar. Lo resolveremos, te lo prometo.
-Sí. Sí, claro... Lo... lo siento, jefe. Pero... ¿Y si no lo hacemos?
-Somos policías, tú y yo nunca hemos fallado un caso. Solamente hay que buscar bien.

Ambos miraron hacia la ciudad al fondo. Chicago anochecía ofreciendo un vistoso espectáculo de rascacielos completamente iluminados en el cual los coches parecían luciérnagas a su paso por los puentes de la ciudad. Cualquiera se hubiera vuelto loco para encontrar a un asesino entre miles y miles de habitantes que poblaban la ciudad a diario, pero el viejo Winstone conocía ya casi todas las tretas que los más duros criminales habían utilizado para perpetrar los delitos más graves.
Y, realmente, como él mismo decía, nunca había fallado un caso, lo que le sirvió para conseguir la insignia de perfección del cuerpo de policía que dirigía.

-Eh, comisario.

Amanda apareció entre la multitud con cara triste pero decidida a ayudar en todo lo posible a esclarecer el caso. Siempre había guardado dentro de ella su pasión por la acción; tanto es así, que llegó a decir en su primera entrevista como entrenadora oficial del equipo que de no haber estado ligada al baloncesto, hubiese querido ser policía o agente de las fuerzas especiales. Sin embargo, la fragilidad ante las críticas quebraba toda esa fuerza interior que poseía y que siempre la había alejado de realizar muchos de sus sueños.
-Amanda. Es bueno ver una cara bonita, aun en las fechas tristes como la de hoy.
-Gracias, Sam -Amanda se giró para saludar con una triste sonrisa a su antiguo compañero de clase y amigo de toda la vida — ¿Qué hay, "Stauskastúpido"?
-Hammond, ¿hasta cuándo me vas a llamar estúpido? Llevas desde el colegio con la misma palabra.
-Hasta que lo admitas. En fin... Creo que deberíamos ir a casa de Will, ¿no, comisario?
-Sí, vamos a intentar descubrir qué cojones ha pasado. ¡Nowelt, te dejo al mando! Ya sabes qué hay que hacer aquí.

El comisario dio la orden al resto de su equipo para que mantuviera todo bajo control mientras los tres protagonistas montaban en el coche de policía en dirección al 3511 de la calle Huron, hogar del fallecido jugador.
Mientras, en la televisión pública, el alcalde Gollowan aparecía para ofrecer un discurso de calma sobre el caso a investigar:

-Buenas noches, ciudadanos de Chicago. Hoy es un día negro para nuestra ciudad. Nuestro hijo pródigo, William C. Johnson, ha fallecido. Ante todo, queremos mostrar a sus familiares, amigos y compañeros de equipo nuestro más profundo dolor y pesar en un día tan complicado para ellos como es el de hoy. Ofrecemos todo nuestro apoyo en lo que necesiten, sobre todo en materia psicológica para conseguir superar este duro bache. Estamos con vosotros.
Seguidamente, me gustaría agradecer a la Liga el bonito gesto que han tenido suspendiendo el partido ya que hoy nada de eso importa, y menos sin saber aún cuáles son las causas de toda esta situación.
Finalmente, me dirijo a la población para transmitir un mensaje de calma. A todos nos ha dolido amargamente la muerte de William, quien es bien sabido que era un enorme referente para muchos de nosotros. Las fuerzas policiales, con el comisario Winstone a la cabeza, junto con los equipos forenses y la unidad de estudios psicológicos están trabajando para resolver el caso. Rogamos enormemente que nadie intente hacerse el héroe tomándose la justicia por su mano, ya que eso solamente conseguiría entorpecer la investigación. Por favor, pedimos calma durante el tiempo que lleve realizar la investigación, tenemos al mejor hombre sobre el terreno investigando el suceso.
Ciudadanos, me despido enviándoles un mensaje de confianza:
Allá donde esté, William nos seguirá guiando y transmitiéndonos el lema que llevaba tatuado a fuego en su corazón: NUNCA TE RINDAS.
Descanse en paz, William C. Johnson. Muchas gracias y buenas noches.

©AitorAlberto

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